La enfermedad de las encías es una infección de los tejidos que rodean y sujetan los dientes. Es una de las principales causas de pérdida dental en los adultos. Como habitualmente es indolora, puede que el paciente no sepa que la padece, la causa de la misma es la placa bacteriana que se forma constantemente sobre los dientes.
Hay dos grandes grupos de enfermedades periodontales. Cuando se afecta únicamente la encía, causando un proceso inflamatorio reversible, se denomina gingivitis.
Si la gingivitis se mantiene mucho tiempo y además se dan otros factores (genéticos, ambientales, locales,…), se inicia la periodontitis, en la que, además de la inflamación de la encía ya mencionada, se produce una destrucción más profunda que afecta a los otros tejidos del periodonto, es decir, el hueso alveolar, el cemento del diente y el ligamento periodontal.
Esta destrucción es, además, irreversible, y favorece la progresión adicional de la enfermedad, al crear un espacio debajo de la encía que denominamos bolsa periodontal, en el que cada vez se acumulan mayor cantidad de bacterias que pueden poner en peligro la supervivencia de los dientes.
Gingivitis: La forma menos severa de la enfermedad periodontal. Provoca que las encías se pongan rojas, inflamadas y que sangren fácilmente. Normalmente hay poca, o ninguna, incomodidad en esta etapa. La gingivitis es reversible si es tratada profesionalmente y con un buen cuidado oral en casa.
Periodontitis inicial: Si la gingivitis no es tratada, puede progresar hacia una periodontitis. En esta etapa ligera del mal, la enfermedad periodontal empieza a destruir el hueso y el tejido que sostienen a los dientes.
Periodontitis moderada a avanzada: La periodontitis moderada a avanzada se desarrolla si las primeras etapas de la enfermedad pasan desatendidas. Esta es la forma más avanzada de la enfermedad en donde ocurre una extensa pérdida de hueso y tejido
– Encías inflamadas o rojizas.
– Sangrado al cepillarse o al pasar el hilo dental.
– Encías que se desprenden de los dientes.
– Movilidad dental.
– Pus entre la encía y el diente, abcesos y flemones.
– Mal aliento continuo.
– Cambio en la forma en la que los dientes se encajan al morder.
– Cambio en el ajuste de dentaduras parciales.
– Aumento de la sensibilidad dentaria, sobretodo al frío
El objetivo del tratamiento es eliminar la infección que produce la enfermedad. Una vez controlada la infección, el proceso destructivo del hueso se detiene y de este modo se pueden conservar los dientes y los tejidos periodontales sanos. Dependiendo de la cantidad de hueso de soporte destruído, los dientes una vez tratados tendrán mejor o peor pronóstico desde un punto de vista funcional. Por ello es importante, tratamiento precoz. En algunas ocasiones, disponemos de técnicas de tratamiento encaminadas no solo al control de la infección, sino también a la regeneración de los tejidos periodontales destruídos.
Con los mantenimientos se consigue que los resultados obtenidos con la primera fase del tratamiento periodontal, los raspados y la fase quirúrgica se puedan mantener a largo plazo. Por lo que es una terapia preventiva para evitar recurrencia de la enfermedad.
Además, en el caso de sufrir una recaída, con el mantenimiento periodontal se puede hacer un diagnóstico precoz y reducir las secuelas que pueden tener sobre los tejidos de alrededor del diente.
Sin un programa adecuado de mantenimiento periodontal, los pacientes tienden a volver a sus niveles anteriores de higiene, presentando signos de empeoramiento periodontal.
Es de importancia el mantenimiento periodontal, ya que con estos mantenimientos se puede controlar e incluso mejorar el contorno de placa, los niveles de inflamación, así como la gravedad de la inflamación.
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