En una sociedad que cada vez da más importancia a la apariencia exterior, el color de los dientes se ha convertido en una cuestión estética de primer orden, hasta el punto que muchos ciudadanos resguardan su dentadura ante los posibles alimentos que la puedan manchar. El vino –juntamente con el café– es uno de los alimentos más señalados. O, como mínimo, esto pasaba hasta hace bien poco. Per la tendencia ha empezado a cambiar, en parte, gracias al estudio que ha elaborado el Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación de la Universidad Autónoma de Madrid, que se ha publicado en la revista especializada Journal of Agricultural and Food Chemistry. La principal conclusión del trabajo es que el consumo moderado y habitual de vino no solo es bueno para nuestra salud, sino también para nuestros dientes.
La investigación sugiere que el vino negro es eficaz en la lucha contra las bacterias que se adhieren a los dientes, los cuales provocan la formación de biopelículas en la placa dental y, por tanto, son los responsables de algunas de las infecciones mas comunes. Esta propiedad del vino negro se debe al hecho que los polifenoles que contiene (sus antioxidantes naturales) desaceleran el crecimiento de la flora bacteriana que se aloja tanto en los dientes como en las encías. Hay que tener presente que las caries, las enfermedades en las encías y la pérdida de dientes afectan entre un 60 i 90% de la población mundial. Así, pues, los polifenoles vinícolas son un gran aliado de nuestra salud porque la combaten de manera natural.
Los resultados del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación son una nueva aportación a los conocimientos actuales sobre los efectos beneficiosos del vino negro (uno de los productos más importantes de la agricultura catalana) sobre la salud humana. Ahora bien, a pesar de este efecto positivo, también se debe reconocer que el vino (particularmente, el vino tinto) puede ocasionar manchas en nuestro esmalte. Esto es así porque posee una sustancia llamada cromógeno, productora de pigmentos que tienen la capacidad de adherirse al esmalte dental y manchar los dientes. A este hecho se le ha de añadir su acidez intrínseca, que también propicia la filtración de sustancias como los taninos y los antocianos en los dientes y, por tanto, incrementa las posibilidades de que puedan aparecer manchas.
Ante eso, el mejor consejo posible es atan antiguo y sencillo como cepillarse los dientes después de cada comida. Especialmente, si se ha bebido vino tinto. De no ser así, corremos el riesgo de que nuestros dientes blancos, pasen a tener, poco a poco, un color más bien amarillento y, en algunos casos, incluso oscuro. Para reducir el efecto nocivo del vino, podemos enjuagarnos agua con la boca y utilizar pasta de dientes blanqueadora. Importante: contrariamente a lo que muchos piensan, este tipo de pasta no vuelve los dientes más blancos, pero si mantiene el blanqueamiento que se les haya hecho.
Otra opción más profesional y eficaz consiste en el blanqueamiento por foto activación. Existen muchas técnicas diferentes de blanqueamientos dentales. Muchos de ellos utilizan determinadas sustancias que necesitan ser foto activadas. El láser o la luz fría (LED) son algunas de las que ayudan en este proceso.
El blanqueamiento dental por foto activación permite conseguir un aclarado de entre 4 y 10 tonos en una sola sesión de 45 minutos pero siempre se debe hacer en la consulta de un especialista. A diferencia de los kits que se comercializan para realizar el blanqueamiento en casa, que son estándar para todos los pacientes, este tipo de blanqueamiento permite que todos los dientes reciban tratamiento simultáneamente (en lugar de ir diente a diente).
Si un paciente opta por esa solución, durante el tratamiento y dos semas después, es importante seguir una dieta blanca y evitar los alimentos y las bebidas que tiendan a teñir los dientes. Después de esto, podremos continuar bebiendo vino con tranquilidad. No nos manchará la dentadura y , encima, podremos beneficiar nos de todas sus propiedades.
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